El formato clásico del suspenso británico, caracterizado por un crimen imposible dentro de una habitación cerrada, respecto del cual aparecer muchas personas señaladas como posibles asesinos, se refleja en la obra teatral “75 puñaladas. El caso de un sospechoso suicidio”, un texto de Martín Giner que ha tenido diferentes versiones y que hoy llega en una nueva puesta al Teatro Armando Díaz de El Cadillal (sobre ruta 347, frente al camping de Asunt).
La función estreno será con entrada a la gorra y con las actuaciones de Armando Díaz y de Nelson Alfonso, quien además asume el rol de director. Años atrás, fue su padre Nelson González quien tuvo a su cargo la dirección.
La historia comienza cuando Jhon Kenet Wislow III, un inexperto y torpe detective de Scotland Yard, es llamado a investigar la misteriosa muerte de Míster Stargeton -policía retirado- en una casa a las afueras de Londres. Allí es recibido por el cuidador de la propiedad, quien lo ayudará a desentrañar el horrible homicidio. ¿Quién será el asesino: el jardinero, algún criado? ¿Quién querría matarlo y cómo murió? Las preguntas no serán fáciles de responder, porque no hay pistas, no hay huellas, no hay un arma homicida, nadie conoce el móvil del homicidio... ¿Lograrán resolverlo?
“El género policial no es muy frecuente en el teatro y siempre significa un desafío. Desde lo personal, es muy movilizante reponer obras que fueron dirigidas por mi padre; me remonta a cuando trabajábamos juntos. Él era muy exigente, e intento respetar y recuperar climas y situaciones vividas en cada escena, por lo que me considero director-repositor porque su impronta está latente. Además es un homenaje a su recuerdo desde El Circo, del cual fue fundador”, resalta Alfonso.
Nelson agrega que en su propuesta está combinada el suspenso con el humor, que se manifiesta en la torpeza del detective que él compone, “que llegó a su cargo por nepotismo, algo muy común en nuestros días”. “En tanto comedia, apela a recursos como el sarcasmo, la parodia, la ironía o la confusión, se plantean hechos que producen risa, ya que el autor presenta situaciones absurdas y enredos”, aporta Armando, quien remarca que en estos tiempos el humor está más presente en los shows de stand up, “que han proliferado de forma bastante exponencial por parte de muchos teatristas”.
En escena están sólo ellos dos: “mi personaje es del cuidador de la granja y fui el último que vio con vida a Míster Stargetton, soy el encargado de recibir al detective y ponerme a su disposición para ayudarlo a dilucidar el caso, pero también me convierto en sospechoso del homicidio”, reconoce Díaz; mientras que su partener destaca que “los dos personajes son seres complejos que deben recurrir a ciertas estrategias para intentar resolver el homicidio y desenmascararse mutuamente, lo que impulsa la trama”.
Como suele ocurrir con este estilo dramático, el final “es impredecible, desconcierta y sorprende al descubrir cómo se finaliza con la investigación; las intrigas y misterios son develados al último instante y eso mantiene al público expectante”, refuerza Díaz.
Poco representado
Desde la asistencia de dirección, Roberto Ortega remarca que el género policial “es poco abordado en el escenario, ya que se asocia más al cine o a la televisión, como la ficción”.
Díaz resalta que el grupo El Circo se caracteriza por hacer funciones para instituciones educativas y confirma lo planteado por Ortega. “En nuestro repertorio ccontamos con clásicos como ‘Jettatore’, de Gregorio De Laferrére; ‘La Nona’, de Roberto Cossa o ‘El avaro’, de Moliere, pero las docentes me preguntaban cuándo iba a hacer un policial, que también está dentro de la currícula, así que ya hay funciones comprometidas con colegios secundario. Es una obra que nos dio muchas satisfacciones, con una gira nacional y representaciones en Perú en 2015”, señala.
El debut llega en tiempos de preocupación, destaca Armando. “A la incertidumbre económica con el aumento de precios, los despidos masivos y el no saber cómo seguiremos, se le suma actualmente el dengue; en nuestro caso estaba planificado estrenar el 30 de marzo, pero se enfermó Nelson hubo que correr la fecha”, finaliza.
El futuro: preocupación de teatristas
Armando Díaz gestiona la sala de El Cadillal que lleva su nombre, pero está preocupado por el futuro. “Hay un desfinanciamiento a la cultura desde la Nación, no les interesa, para los gobernantes es algo superfluo. Quieren vaciar Puntos de Cultura, el Incaa, el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro, que es lo que más nos compete a los teatristas tucumanos. Está todo paralizado, no hay avances y el panorama es desolador. Es fundamental el apoyo del Estado para poder subsistir, las salas y los grupos independientes necesitan esa ayuda para su funcionamiento. Es imposible seguir existiendo con la factura abultada de Edet y sin apoyo”, alerta.